Artículo facilitado por Opentrends
Las ciudades o territorios inteligentes deben tener un compromiso con sus ciudadanos en los planos social, económico y medioambiental. Se trata fundamentalmente de aprovechar las nuevas tecnologías, cada vez más centradas en el uso inteligente del dato, para ayudar al ciudadano mejorando su calidad de vida, creando un mejor acceso a las oportunidades y favoreciendo un entorno más verde y sostenible.
El Parlamento Europeo definió en 2014 la ciudad inteligente como una ciudad en la que no solo interactúan los componentes, sino también las personas. Así, una ciudad inteligente se definió como aquella con al menos una iniciativa que aborda una o más de las siguientes seis características: Smart Governance, Smart People, Smart Living, Smart Mobility, Smart Economy and Smart Environment. Gracias a las TIC, se crean redes de personas, empresas, infraestructuras, recursos, energía y espacios, además de disponer de herramientas inteligentes de organización y gobernanza.
Pero la ciudad no es el único lugar donde se configuran las identidades y los estilos de vida, ni el único sitio en el que se crean oportunidades. Estamos en 2021, y es el momento de la educación a distancia (eLearning) y del teletrabajo. Aunque estamos saliendo de la pandemia, todavía existe mucha incertidumbre en cuanto a los modelos de presencialidad, y es pertinente preguntarse si algunos paradigmas podrían haber cambiado para siempre. En concreto, el concepto de ciudad como eje central de la actividad económica, que podría verse desplazado por un concepto más amplio geográficamente. Si el teletrabajo se generaliza, y solo hay que desplazarse a la oficina pongamos por caso uno o dos días a la semana, muchos valorarán ubicar su vivienda en zonas más alejadas del centro. El concepto de ciudad se expande.
La ciudad inteligente se ha disuelto en territorio. Ahora podemos definir un territorio inteligente de la siguiente manera: aquel que busca abordar los problemas públicos a través de soluciones basadas en las TIC sobre la base de una asociación de múltiples partes interesadas basadas en el territorio. El territorio inteligente tiene como objetivo convertirse en económicamente sostenible, energéticamente autosuficiente y tecnológicamente innovador. Promueve los principios básicos para el desarrollo sostenible. Igual que la smart city, sus características son: entorno inteligente, movilidad inteligente, personas inteligentes, vida inteligente, gobernanza inteligente y economía inteligente.
Un buen ejemplo de superación del concepto de smart city hacia un concepto más amplio es el de Barcelona, y en concreto a través de dos proyectos como son la Zona de Bajas Emisiones del Área Metropolitana (AMB) y la plataforma Sentilo, que la Diputación de Barcelona ofrece en modalidad SaaS a los 311 municipios de la provincia. Sirvan éstos como ejemplos de plataformas que nacen con voluntad de servir a los ciudadanos de un territorio mucho más amplio que el de la ciudad.
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Maig de 2025